La presentación de Kris Goyri para novia fue un manifiesto de poesía contemporánea: siluetas que florecen, caídas que suspiran y vestidos que redefinen la esencia del amor eterno.
El mundo nupcial se estremeció con la primera colección bridal de Kris Goyri para novia, presentada en la icónica Casa Pedregal. Un escenario cargado de simbolismo arquitectónico —la obra maestra de Luis Barragán— se convirtió en el lienzo perfecto para desplegar un jardín poético de novias modernas.
Las modelos emergieron como ninfas contemporáneas envueltas en organza, tul y chifón, mientras la luz natural acariciaba las telas, resaltando cada plisado y cada volumen como si fueran esculturas en movimiento. Esta presentación no solo mostró vestidos: creó una experiencia sensorial donde el amor se sintió, se vio y se respiró en cada paso.
Naturaleza viva en pasarela
Cada look fue un homenaje a lo orgánico, a lo etéreo, a ese instante en que la novia deja de caminar para empezar a florecer.
El manifiesto de la libertad
Lejos de la rigidez de la tradición, Kris Goyri imaginó a una novia que abraza la autenticidad. Espaldas descubiertas, cortes que liberan y telas que respiran marcaron el ADN de esta colección.
El mensaje fue claro: casarse no es cumplir un protocolo, sino celebrar la verdad del amor en todas sus formas. Esta novia no obedece reglas: crea las suyas.
Arquitectura y movimiento
La elección de Casa Pedregal no fue casual. La geometría de Barragán dialogó con los vestidos de Goyri, generando un contraste fascinante entre lo sólido y lo fluido. Cada falda en cascada parecía suavizar las líneas arquitectónicas, y cada plisado se movía como un eco de las sombras proyectadas en los muros rosas de la casa.
El resultado: una puesta en escena donde la moda y el arte se fundieron en un mismo acto de belleza.
La presentación de la colección de Kris Goyri para novia marcó un antes y un después en la moda nupcial mexicana. Fue un debut cargado de romance, feminidad y modernidad, donde cada vestido se transformó en una obra de arte viva.
Goyri presentó un universo emocional: vestidos que respiran poesía, libertad y movimiento, creados para novias que buscan no solo un diseño, sino una experiencia estética inolvidable.
Porque en este desfile, los vestidos no fueron simples piezas de moda: fueron recuerdos tejidos en tela, promesas de amor eterno que, desde la pasarela, ya empezaron a escribir historia.


