Donde la familia, la moda y la emoción se entrelazan
Fotografías: Montse Gibert | Texto: Margarida Antunes
Detrás de muchos de los vestidos que recorren el pasillo hacia el altar, hay generaciones de manos que, no solo han dibujado, cosido y bordado, sino que también han coordinado, promovido y llevado cada creación hasta el corazón de la industria nupcial
Desde el primer boceto hasta la última prueba, muchas casas y marcas de moda nupcial nacen entre las paredes de un hogar familiar. Algunas surgen del vínculo entre madre e hija y su pasión compartida por el diseño; otras, de hermanos que combinan visión creativa con habilidades empresariales. Lo que comienza como un sueño compartido a menudo se transforma en una vocación de vida que pasa de generación en generación.
En este delicado equilibrio entre la tradición y la tendencia es precisamente donde las marcas nupciales familiares destacan. Mientras que la generación más veterana suele conservar los secretos de las técnicas artesanales y la filosofía original de diseño, las nuevas generaciones están más conectadas con las expectativas de la novia contemporánea. Las novias de hoy buscan elegancia atemporal, sí, pero también individualidad, sostenibilidad y relevancia cultural. Y es ahí donde las empresas familiares tienen una ventaja única: saben preservar la esencia de su herencia, mientras se adaptan al ritmo de una industria en constante evolución.
La verdad es que las marcas familiares aportan un sentido único de dedicación y corazón a todo lo que crean, como un compromiso que a menudo se siente más allá de las costuras de un vestido. De este modo, sus colecciones son el resultado de una estrecha colaboración y años de experiencia, transmitidos de generación en generación. Como comentó Eleni Elias, de Demetrios: “Estamos aquí entre bastidores celebrándolo con todo el mundo después de un desfile en el que hemos invertido mucho tiempo y energía, así que es absolutamente increíble”.
Aunque muchos de estos negocios se transmiten de generación en generación, con décadas de historia y tradición, otras nacen del deseo de los miembros de una familia de emprender juntas un nuevo camino. Ese fue el caso de Yolancris, la firma fundada por las hermanas Yolanda y Cristina Pérez. Como recuerda Yolanda, “Un día, mi madre me miró y me dijo: ‘Yolanda, ¿hacemos una marca?’ y yo le respondí: ‘¡Venga!’”. Un simple intercambio de palabras que dio lugar al origen de una firma de moda nupcia,l hoy reconocida a nivel internacional.
A diferencia de los gigantes corporativos, los ateliers familiares suelen ofrecer una experiencia profundamente personal y emocional. Las novias son recibidas como parte de la familia extendida, hay calidez en las pruebas, atención en cada detalle y, con frecuencia, una alegría compartida que eleva todo el proceso. Este espíritu de cercanía también se vive detrás del telón. Como lo expresa Irina Donner de Diane Legrand Bridal, “Crear una nueva colección es como dar forma a un sueño, y hacerlo en familia lo hace aún más especial. Nos reunimos, compartimos ideas, investigamos juntas y hablamos de tendencias, tejidos y cortes. Es un proceso profundamente colaborativo. Naturalmente, a veces tenemos opiniones diferentes, pero eso es justamente lo que enriquece el resultado final.”
Por otro lado, las empresas familiares también convierten los viajes de trabajo en aventuras compartidas, ya sea asistiendo a ferias o buscando materiales, combinando el negocio con momentos significativos en familia. Como cuentan Isabel y Paula, madre e hija al frente de la firma española Isabel Sanchis, “En el día a día, la gestión del atelier y la empresa a veces no deja mucho espacio para que fluya la creatividad. Pero cuando estamos de viaje de trabajo, también se siente como un viaje familiar: cenamos juntas después de las reuniones, y eso lo hace todo mucho más llevadero y agradable.”
Por supuesto, trabajar en familia tiene sus propias dinámicas: momentos de risa, desacuerdos sanos y un constante intercambio de ideas. En el grupo nupcial belga detrás de Rembo Styling, Marylise y Carta Branca, este equilibrio forma parte del día a día. “El domingo, en el desayuno, hablamos de cosas… jajaja, no, no,” bromea Werner De Vlieger, padre y líder de la marca desde hace años. “Pero en serio, es importante para nosotros, como familia, estar en el mismo nivel. Te inspiras en cosas y las trabajas con los diseñadores. Lo importante es que Chiara, mi hijo y yo estemos alineados.”
Chiara, su hija, añade: “Creo que cada uno en la familia tiene su propio ámbito. Yo estoy más involucrada en la parte creativa, mi hermano se encarga más de la producción que tenemos en Portugal, y el jefe tiene el panel de control,” ríe. “Esa es nuestra fuerza: cada uno lidera en lo que mejor sabe hacer, y nos complementamos. Eso es lo que realmente nos convierte en un equipo.”
Mirando hacia el futuro, reinventar un legado no es tarea fácil. Requiere respeto por el pasado, valentía en el presente y una visión clara de lo que viene. Ya sea renovando su imagen, apostando por diseños sostenibles o promoviendo la diversidad, las empresas familiares que perduran son aquellas que saben mantenerse relevantes sin perder la esencia que las hizo únicas desde el principio.
Porque, al final, la historia de una firma nupcial es una historia de moda, de familia, de evolución y de emoción que perdura. Y tal vez sea eso lo que hace que estas marcas con legado sean tan atemporales. En una industria obsesionada con lo nuevo, nos recuerdan lo que realmente permanece.

